Contrario a lo que reza la leyenda urbana, imaginar que
estás frente a una multitud en ropa interior no es la mejor forma de vencer tu
miedo escénico, especialmente si la mayoría de la audiencia está compuesta por
miembros de tu familia.
Para evadir esas traumáticas visiones de tu tío Pepe en sus
chonis, sigue estos simples pasos que te ayudarán a prepararte para un
conmovedor discurso de agradecimiento.
Respira: La ambulancia tendrá dificultades al entrar al
estacionamiento, por el bien de tu fiesta haz el favor y no te olvides de
respirar. Nadie te va a poner una calificación por tu discurso, así mejor
tómate tu tiempo y diviértete con ello. Remóntate a aquellos días de tu escuela
primaria, y recuerda que una coma significa una pequeña pausa y que un punto es
una pausa mayor. Leerlo de corrido va a dejar a tus invitados atónitos, sin
saber lo que dijiste.
Muestra tu personalidad: Si tratas de imitar a alguien más,
tu familia lo notará de inmediato. Cuando digas tus palabras, sé tú misma y
muestra tu propia personalidad. No trates de hacer el papel de otra persona más
que tu fabuloso e intrínseco ser. Ese será tu día, y no hay ninguna razón que
valga para esconderte detrás de nada ni pretender ser alguien que no eres.
Habla desde tu corazón: Tus invitados te estarán aupando y
tú querrás dar un espléndido discurso de agradecimiento, deja los nervios atrás
y que tus palabras lo digan por sí solas. Aunque tengas tus líneas escritas en
papel, no lo sigas tan al pie de la letra que pierdas el contacto visual con
las personas que te están escuchando. Habla con claridad y fluidez y mantén
claro en tu mente que está bien salirse del guión para tu discurso de
agradecimiento. Lo que digas, hazlo desde tu corazón y no importa cuánto se te
trabe la lengua, tu audiencia sabrá que estás realmente agradecida con su
presencia y con la celebración de tu cumpleaños.
Lenguaje corporal: Echa los hombros hacia atrás y mete el
estómago. Seguro que lo has escuchado antes, pero no hay regla más elocuente
para obtener una buena postura. Tu lenguaje corporal expresa cómo te sientes, y
si el público siente que estás nerviosa o insegura al momento de decir tu
discurso, pueden distraerse por completo. Así que cuando tomes el micrófono,
recuerda pararte erguida, no balbucees y mantén tu compostura. No hay nada más
disonante que un tartamudo dando un discurso. Especialmente cuando habrán fotos
y videos guardando ese momento para siempre!
Si lo tienes ¡úsalo! Nos referimos a la habilidad de hablar
más de un lenguaje, y si tienes invitados que los entienden también ¿por qué no
mostrar tus dotes? Mantén el discurso de agradecimiento corto, preciso y
adorable para no aburrir a tu audiencia a morir y simplemente traduce de un
idioma a otro. Todos quedarán impresionados y por seguro apreciarán que les
digas esas lindas palabras en su propia lengua.
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